Cuando
la vida es injusta uno siempre intenta darle una explicación mejor. Tambor
tiene su versión propia, esa que se basa en el karma, sea de esta vida o de las
anteriores, cree que todo nos sucede para que aprendamos una lección, incluso
las grandes desgracias. Para ella las personas que se encuentran en estado vegetativo
en realidad han abandonado hace rato su cuerpo y el envoltorio sigue allí
presente para que esas familias trabajen distintos aspectos que les ayuden al
crecimiento personal. Decir algo así sin pruebas es arriesgado, pero en todo
caso prefiero esta versión a la de ese
Dios castigador que nos manda los eventos en respuesta a nuestros terribles
pecados y que todo depende de esa extraña voluntad sobre la que el ser humano
no encuentra explicación pero a la que nos dicen: “Hijo mío, los caminos del
Señor son inescrutables”. La
enfermera de la habitación tres me reclamó un momento para que le prestara
ayuda, apenas hacía dos segundo un niño con cara avispada me había tir…
dejo de llevar bragas grandes y soñar con príncipes azules y se puso muy profunda acerca del funcionamiento del mundo, aunque esto no se corresponda exactamente con la tercera parte de la novela, esto es lo que sí le ha pasado a este pequeño blog que ya no puede decir que sea Al más puro estilo de Bridget, aunque Bridget siempre estará presente por el cariño que le tengo, pero dejémoslo ahí, más vale que juzguéis vosotros mismos.